Yo sostuve durante muho tiempo que las mujeres del PUEG eran unas exageradas. Sostuve que el feminismo era una muy torcida respuesta al machismo, cada vez más matizado. Aún sostengo que los hombres sufren un tipo de violencia de género similar, sólo que, digamos, al revés.
Hoy sé más sobre el mundo corporativo, y sé que, efectivamente, a las mujeres se les paga menos que a los hombres por hacer labores similares o iguales. No necesito abundar sobre el publicitado caso Juárez donde, más allá del número de desaparecidas (no hay estadísticas de desaparecidOs), las mujeres son víctima de peticiones deplorables como pruebas de embarazo antes de entrar a la maquila. Atestigué hace años, además, el intimidamiento de una amiga que, cuando denunciaba a su novio por violación, la trabajadora social le recordó que su novio iba a pasar años en prisión por algo que quizá no era para tanto (obvio, mi amiga, lacerada, violentada, minimizada, amenazada, desistió de levantar el acta, misma que quizá no procedería porque, al sentirse sucia tras el acto, se bañó).
Esta es la nota del día:
La ropa provoca, dice clero a mujeres
Autoridades eclesiásticas responsabilizaron a las mujeres de ser culpables de las agresiones sexuales que sufren, debido a la ropa “provocativa” que visten
NATALIA GÓMEZ QUINTERO Y NOEMÍ GUTIÉRREZ
EL UNIVERSAL
VIERNES 16 DE ENERO DE 2009
Autoridades eclesiásticas responsabilizaron a la mujer de ser culpables de las agresiones sexuales que sufren, debido a la ropa “provocativa” que visten.
Con escotes pronunciados y minifaldas “está provocando al hombre”, dijo el arzobispo de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López Rodríguez, durante el sexto Encuentro Mundial de las Familias.
Las mujeres se exponen a violaciones, a que las usen, que las traten como un trapo viejo, porque desvaloran su persona y su dignidad, dijo por su parte el obispo auxiliar de Tegucigalpa, Darwin Rudy Andino.
En el mismo sentido, laicos asistentes al encuentro afirmaron que la mujer es la responsable de sufrir ataques tanto físicos como verbales, pues deben ser recatadas en su forma de vestir y no despertar el morbo en las demás personas.
“Tienen la culpa de que las ataquen”, añadió la religiosa ecuatoriana Alexandra Marcillo.
Para el obispo de Ciudad Juárez, Renato Ascencio, la mujer no sólo debe cambiar su forma de vestir sino sus actitudes. Se ha perdido el pudor en la familia mexicana, mencionó.
En el sitio oficial de internet del Encuentro Mundial de las Familias se recomienda a las mujeres que no usen ropa provocativa, que cuiden sus miradas y gestos y que no admitan “chistes picantes”.
[Natalia Gómez Quintero y Nohemí Gutiérrez,
(Consultado 17 de enero de 2008)]
No necesito destacar la cavernicolés de quienes acusan a las mujeres de "provocar" a los abusivos. No necesito decir que mujeres y hombres deberían poder andar por la calle desnudos, si quisieran, sin que nadie se atreviera a hacerles ningún comentario obceno y, mucho menos, atreverse a tocarlos o a violentarlos. Sólo quiero agregar a la nota citada las sabias posiciones de nuestros representantes católicos, mismas que se pueden resumir con la caricatura siguiente:
Entonces, ¿no hay machismo? Claro que hay. Y no solamente en actos tan cínicos y escandalosos como los evidentes. No se trata de machismo o feminismo como de violencia de género, misma que es ejercida hacia ambos sexos; no se trata de una cosa hecha "a propósito"... es peor, es inconsciente porque es cultural.
Los católicos citados culpan a las mujeres de la violencia de que son víctimas porque se presupone que ellas están dispuestas siempre (deben estarlo). No existe, por tanto, un "no". Luego, ellas lo provocan. El hombre es, desde esta perspectiva, una bestia incapaz de frentar sus deseos, razón por la cual ellos son víctima de la tentadora serpiente con cuerpo de mujer que pinta la Biblia.
Así, las mujeres no pueden denunciar una violación y los hombres siempre tienen que "cumplir", porque claro, siempre tienen ganas y basta con que una hembra los tiente.
Pero más allá de esto, la violencia de gpenero está todos los días entre nosotros. Yo no había reparado, por ejemplo, en que, aunque yo pagar la cuenta, siempre iba a dar "al caballero". Ni hablar del restaurante donde habían dos cartas distintas, la mía sin precios. O que la carta de vinos es para el señor. Peor aún, el sexismo está hasta en espacios "del saber", en un congreso anual de cronistas donde yo jamás pasé de "la señora de..."
La ejercemos todos los días. Yo apuesto a que ninguno de los hombres que me han dado (la mayoría de las veces en contra de mi voluntad) su abrigo, aceptaría el mío si ambos tenemos frío. Tampoco he visto mujeres que ofrezcan su asiento a un hombre evidentemente cansado del trabajo o que carga bultos en el transporte público. Esta violencia generalizada es hija de una configuración cultural donde los roles han sido asignados. Se han convertido en un dogma del que los sujetos no pueden escapar pues, aunque no ejerzan esta violencia, serán víctima de ella.
A mí me queda guango ser buenita y delicada como Rosa Salvaje y, sin embargo, he recibido los comentarios más escalofriantes ("está bien que estudies Historia, al fin que te vas a casar..." o "¡Ah, mira, la güerita sí piensa!"). He sido "la señora de...", nunca me dan la cuenta aunque yo la pida. Esto es violencia, y hay que reaccionar contra ella. Ya basta.